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VIEJAS TRADICIONES GALLEGAS EN EL DÍA DE DIFUNTOS

Actualizado: 14 ago 2022


Antiguamente en muchas aldeas gallegas la noche de difuntos los niños también vaciaban calabazas para después tallar rostros cadavéricos en ellas. Dentro ponían velas encendidas, solían clavarles palillos a modo de dientes y las colocaban en los muros de los cementerios o cruces de caminos, aprovechando la oscuridad que había en estos lugares, para así asustar a los transeúntes que por allí pasaran y de paso espantar los malos espíritus. Se conocía como “A noite dos calacús” aunque según la zona de Galicia, podían llamarle de formas diferentes, cabazas, colondros, caveiras de melón, calabazotes, cocos o calacús. Una tradición muy parecida a lo que hoy en día hacen los niños, pero con la diferencia de que en la actualidad cada niño la talla para decorar su casa o para llevarla al colegio. En antaño lo hacían en los campos santos o encrucijadas de caminos para asustar. Hoy por hoy lo vemos cómo algo inocente y simpático, pero en otros tiempos la gente tenía mucho respeto a la muerte y sentía verdadero miedo cuando se cruzaba con estas calabazas encendidas.



Otra cosa que hacían los niños era ir de puerta en puerta pidiendo por sus difuntiños, los niños recorrían en estas fechas las casas de las aldeas gallegas pidiendo pan, vino, carne y dulces, que guardaban en sus sacos para consumirlos posteriormente en sus casas. Esta costumbre que hoy nos parece propia del tradicional Halloween americano es nacida en Europa, en Galicia era una tradición común hasta tal punto que en el siglo XVI el inquisidor, humanista y obispo de Mondoñedo Frei Antonio de Guevara sancionó esta tradicional costumbre que para él era desconocida: “Nos constó por su visita que el día de Todoslos Santos y el día siguiente de Difuntos andan todos los mozos de la parroquia pidiendo por las puertas y les dan pan y carne y vino y filloas y pichones y otras cosas, y que piden tanto los hijos de los ricos como los pobres; y por ser más este rito gentil que cristiano, ordenamos y mandamos que, de aquí en adelante, ningún mozo vaya esos dos días de puerta en puerta a pedir, sino que el beneficiado, el rector y el primer clero y otro que nombrase la parroquia pidan aquel pan y todo lo demás que les hayan dado o lo repartan en la iglesia el Día de los finados entre los pobres y necesitados, so pena de que el padre o madre que haya enviado a su hijo a pedir esos días pague mil maravedís (…)



Otra tradición muy popular en Galicia era que los niños salieran a la calle el 1 de noviembre, con un collar de zonchos o también llamados zamelos, alrededor del cuello. Eran los rosarios de zonchos, collares formados por castañas cocidas con monda y ensartadas en un hilo de bramante. Fueron una de las tradiciones típicas de los días de todos los Santos y Difuntos para homenajear a los finados. Una tradición relacionada con el magosto, ritual funerario que aún hoy se conserva. Cada castaña comida representaba un alma liberada del purgatorio. Los mayores realizaban la mañana del día 1 de noviembre los collares y los niños salían a la calle con ellos al cuello, ofrecían los zonchos a las gentes que pasaban, para así liberar el mayor número de almas posibles.




Y ya por último os cuento otra de las tradiciones que los gallegos hacían en el día de difuntos. Esta era encender mariposas de aceite sobre las tumbas de los familiares fallecidos, se creía que cuando una de estas mariposas se consumía era indicativo de que una ánima del purgatorio alcanzaba por fin la luz. Esta vieja tradición fue mudando a la utilización de los cirios que hoy en día todos conocemos.



 

FIN


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